Luego de 40 años de lucha armada por los derechos de los kurdos contra el Estado turco, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha anunciado el fin del conflicto y el inicio de un proceso de desarme, cuyo éxito, aseguran, dependerá en gran medida de la buena voluntad del Gobierno turco.
La agrupación liderada por Abdullah Öcalan, encarcelado desde 1999, celebró una ceremonia como acto simbólico de deposición de armas, en la que alrededor de 30 combatientes depositaron su armamento en un caldero, como una clara señal de su voluntad de paz.
Entre las condiciones para la materialización del desarme, el PKK exige la liberación su líder, cambios en las leyes penales que permitan la liberación de miles de presos políticos kurdos, la exoneración de cualquier delito a quienes entreguen sus armas y la posibilidad de pasar a la política legal.
Aunque el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se mostró satisfecho en lo que consideró un hito decisivo en su objetivo de construir un futuro sin terrorismo, aún no ha tomado medidas concretas, pues quiere esperar a ver si el desarme y la disolución son sinceros.