El estadio Libertadores de América de Avellaneda fue escenario de un tenso enfrentamiento entre aficionados durante y después del partido entre Independiente y la Universidad de Chile. De acuerdo con reportes de medios locales y testigos, los disturbios comenzaron dentro del estadio con provocaciones, gritos y enfrentamientos que llevaron a suspender el juego. Estos disturbios se prolongaron en las inmediaciones del recinto una vez terminado el encuentro.
Dentro del estadio, los hinchas de la U realizaron cánticos y gestos provocadores que encendieron la tensión con la barra local. Algunos lanzamientos de objetos y empujones entre los seguidores fueron registrados por las cámaras, creando un ambiente de peligro que obligó a reforzar la presencia policial.
Al concluir el partido, los enfrentamientos continuaron en la vía pública, donde los aficionados visitantes quedaron en desventaja numérica frente a los locales. Las autoridades intervinieron tras minutos de descontrol. Varios hinchas fueron trasladados a hospitales por contusiones y heridas menores, mientras que otros quedaron bajo custodia policial. Las imágenes difundidas muestran tanto agresiones como momentos de huida y resistencia, generando un amplio debate sobre la responsabilidad de ambos grupos en el conflicto.
El presidente chileno, Gabriel Boric, la dirigencia de la Universidad de Chile y autoridades chilenas emitieron comunicados condenando la violencia, y solicitando intervención consular. El incidente evidencia los riesgos que enfrentan los hinchas visitantes y la persistente problemática de violencia en el fútbol sudamericano, dentro y fuera de los estadios.