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MIRADA EDITORIAL

Avanza EDOMEX en la recuperación de caminos

En el Estado de México, la vialidad no es solo asfalto y pintura: es movilidad, economía, seguridad y calidad de vida. La reciente estrategia impulsada por la gobernadora Delfina Gómez Álvarez en coordinación con la Junta de Caminos del Estado de México (JCEM) para el rescate vial y el reencarpetamiento en municipios como Toluca, Naucalpan, San Mateo Atenco, Lerma, Metepec, Ocoyoacac, Zinacantepec, Ixtlahuaca y Jocotitlán, no es únicamente una obra pública más, sino un paso firme hacia la recuperación de un activo esencial que durante años permaneció en franco deterioro., todos lo sufrimos.

Para este año, la JCEM ha proyectado intervenir más de 54 kilómetros del Periférico Norte —22 km de carriles centrales y 32 km laterales— que cruzan Naucalpan, Tlalnepantla y Cuautitlán Izcalli hasta Tepotzotlán, una vía por donde transitan hasta 200,000 vehículos diariamente, beneficiando a más de 1.5 millones de personas.

Las imágenes recientes de cuadrillas trabajando, de baches desapareciendo y de kilómetros de carpeta asfáltica renovada contrastan con una década de abandono en arterias clave, el descuido no solo afectó el flujo vehicular: provocó accidentes, incrementó los costos de mantenimiento para los automovilistas y generó pérdidas económicas para comerciantes y transportistas. Cada bache era, en realidad, un obstáculo para la productividad y la seguridad ciudadana.

Pero se va avanzando en esta petición tan sentida de todos los sectores mexiquenses y ya en Naucalpan, por ejemplo, solo en los primeros días de trabajo de este año se aplicaron 60 toneladas de mezcla asfáltica para bachear 200 metros cuadrados de superficie crítica.

La intervención de la JCEM y la coordinación con los gobiernos municipales marcan un cambio de paradigma, la acción se articula sin distinción partidista y con un objetivo común: devolver la funcionalidad y seguridad a las vialidades que conectan la vida diaria de millones de mexiquenses.

El programa contempla intervenciones en municipios como San Mateo Atenco, Lerma, Metepec, Ocoyoacac, Toluca, Zinacantepec, Ixtlahuaca y Jocotitlán. Estas zonas forman parte del corredor metropolitano y productivo del Valle de Toluca, donde la movilidad es clave para el desarrollo económico y social. En Toluca, por ejemplo, se han colocado 8 toneladas de mezcla asfáltica en caliente en la Calle 16 de Septiembre para tapar más de 40 baches; en la colonia Francisco Murguía se rehabilitaron 600 metros cuadrados de carpeta asfáltica; y en la zona de Sauces se taparon 58 baches usando 5 m³ de agregado pétreo y 800 litros de emulsión asfáltica.

Esta recuperación no solo se mide en toneladas de mezcla asfáltica o metros cuadrados reparados. Se mide en trayectos más cortos, menos averías, mayor seguridad y un entorno urbano que invita al tránsito ordenado. La señalización, el bacheo profundo y la limpieza complementan un paquete de acciones que, si se mantienen de forma permanente, podrían evitar que volvamos a la situación crítica de años pasados. En San Mateo Atenco, el arranque del rescate vial incluyó no solo 20 toneladas de mezcla asfáltica, sino también 400 litros de pintura para señalización y el retiro de 5 toneladas de basura en tramos como la Avenida Benito Juárez y el Bulevar Miguel Alemán.

No podemos olvidar que esta es también una lección de responsabilidad pública. El deterioro que hoy se corrige no apareció de la noche a la mañana: fue producto de la desatención, la mala planeación y la ausencia de mantenimiento preventivo. Por ello, más que un “operativo especial”, estas acciones deberían convertirse en política pública sostenida, con presupuesto asegurado y supervisión ciudadana para que cada peso invertido se traduzca en resultados palpables. No hacerlo sería repetir el ciclo de gasto reactivo que tanto daño ha causado, y que en casos como el Periférico Norte implicó pagos mensuales de hasta 78 millones de pesos a una concesionaria por vialidades en mal estado.

Porque en materia de infraestructura vial, lo verdaderamente costoso no es invertir en su cuidado, sino pagar las consecuencias de no hacerlo. Y en este punto, el Estado de México tiene la oportunidad de demostrar que puede dejar atrás la lógica de la reparación tardía para abrazar la cultura del mantenimiento permanente. El reto no es solo tapar los baches de hoy, sino evitar que mañana volvamos a tropezar en el mismo camino, con la misma factura y el mismo desgaste ciudadano.

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