Robert Redford fue mucho más que una estrella de cine. Actor, director, productor, activista ambiental y fundador del Instituto Sundance, su legado abarca más de seis décadas de contribuciones al arte cinematográfico y a la cultura estadounidense. Su rostro fue sinónimo de integridad, su mirada una mezcla de melancolía y resistencia, y su carrera una travesía que cruzó géneros, ideologías y generaciones.
Entre la melancolía y la controversia
En The Great Gatsby (1974, dir. Jack Clayton), Redford encarnó a Jay Gatsby, el millonario que vive atrapado en la ilusión del pasado. Su interpretación fue elegante y contenida, revelando la fragilidad detrás del mito.
En The Way We Were (1973, dir. Sydney Pollack), junto a Barbra Streisand, dio vida a Hubbell Gardiner, el hombre encantador que no puede sostener el amor de una mujer que exige profundidad. Y la canción… “The Way We Were”, interpretada por Streisand, ganó el Óscar en ese año.
En Indecent Proposal (1993, dir. Adrian Lyne), Redford interpretó a John Gage, el millonario que ofrece un millón de dólares por una noche con Demi Moore. Fue el símbolo del poder que seduce sin levantar la voz, jugando con su propia imagen pública. Y en A River Runs Through It (1992), como director, guió a Brad Pitt en su primer papel serio, convirtiéndose en su padre cinematográfico. La película, basada en la novela de Norman Maclean, es una elegía sobre familia, naturaleza y pérdida.
La dupla legendaria: Redford y Newman
Si hay una alianza que definió el carisma masculino en el cine clásico, fue la de Robert Redford y Paul Newman.
Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), Dirigida por George Roy Hill y escrita por William Goldman, esta película fue el gran salto de Redford al estrellato. Interpretó a Sundance Kid, el pistolero taciturno que acompaña a Butch Cassidy (Newman) en una serie de atracos y huidas por el Viejo Oeste. La química entre ambos actores fue tan poderosa que redefinió el género del western, convirtiéndolo en una “buddy movie” con humor, melancolía y una banda sonora inolvidable: Raindrops Keep Fallin’ on My Head, de Burt Bacharach.
La cinta ganó cuatro premios Óscar y fue preservada por la Biblioteca del Congreso de EE.UU. como obra “cultural, histórica y estéticamente significativa”. Además, Redford bautizó su instituto y festival con el nombre de su personaje: Sundance.
Cuatro años después, Redford y Newman volvieron a reunirse bajo la dirección de George Roy Hill en The Sting (1973),esta historia de estafadores ambientada en el Chicago de los años 30. Redford interpretó a Johnny Hooker, un joven timador que se asocia con el veterano Henry Gondorff (Newman) para vengar la muerte de un amigo. La película ganó siete premios Óscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion Original. The Sting consolidó a Redford como actor de rango y a la dupla como una de las más queridas del cine estadounidense.
El testigo del poder y sus grietas
En Brubaker (1980, dir. Stuart Rosenberg), Redford interpretó a un alcaide que se infiltra como preso para denunciar abusos en el sistema penitenciario. La película, basada en el libro de Tom Murton, es una denuncia cruda y ética.
En The Candidate (1972, dir. Michael Ritchie), dio vida a Bill McKay, un abogado idealista que gana una elección y, al final, pregunta: “¿Y ahora qué hacemos?”. Una sátira política que sigue siendo vigente.
El náufrago y el mito invertido
En All Is Lost (2013, dir. J.C. Chandor), Redford se enfrentó al mar, solo, sin diálogo, sin historia. A los 77 años, se despojó de todo artificio y mostró al hombre desnudo frente a la muerte. Fue una actuación física, silenciosa, profundamente humana.
Y sí, se dio el lujo de coquetear conmigo en Marvel en Captain America: The Winter Soldier (2014, dir. Anthony y Joe Russo), interpretando a Alexander Pierce, un alto mando de S.H.I.E.L.D. que resulta ser líder encubierto de Hydra. Su aparición fue un guiño irónico a su legado como símbolo de integridad. Volvió brevemente en Avengers: Endgame (2019), cerrando ese arco con elegancia.
Sundance: su bosque sembrado
En 1981, Redford fundó el Instituto Sundance, una plataforma para cineastas emergentes. El Festival de Cine de Sundance se convirtió en la vitrina más importante del cine independiente, lanzando carreras como las de Quentin Tarantino, Steven Soderbergh, Paul Thomas Anderson y Dee Rees. Redford no buscaba protagonismo, sino que otros lo tuvieran. Su visión fue incubadora, no escaparate.
Su intimidad resguardada
Redford estuvo casado con Lola Van Wagenen, historiadora y activista, con quien tuvo cuatro hijos. Su primer hijo, Scott, murió a los pocos meses, una tragedia que lo marcó profundamente.
En 2009 se casó con Sibylle Szaggars, pintora alemana, con quien compartió sus últimos años en Sundance. También tuvo relaciones con Sonia Braga, Debra Winger y Kathy O’Rear, todas vividas con discreción y respeto.
Robert Redford no fue solo un actor. Su legado no se mide en premios, sino en puertas abiertas, en historias contadas, en silencios que dicen más que mil diálogos.
No se fue. Se transformó.
Le salieron alitas.
Y ahora vuela sobre cada historia que aún merece ser contada.