Lo que debía ser una escala tranquila en la estación de Izamal terminó convertido en un episodio que encendió las alarmas en torno al Tren Maya. Al ingresar a baja velocidad, uno de los vagones se salió de las vías, obligando a la detención inmediata del convoy y a la activación de los protocolos de seguridad. Aunque no hubo personas lesionadas, la imagen del tren detenido en una curva de rieles torcidos fue suficiente para despertar la inquietud de los pasajeros y la atención nacional.

Los usuarios fueron desalojados con calma y trasladados en autobuses hacia Mérida y Cancún, mientras el personal técnico acordonaba la zona. Fonatur y la empresa operadora confirmaron que el incidente se registró con el tren 304 y que una comisión especial revisará la mecánica del descarrilamiento. Aún así, el servicio en el resto de las estaciones se mantuvo sin alteraciones, en un intento por enviar un mensaje de control y continuidad.

El percance, aunque catalogado como menor, abre interrogantes sobre la seguridad de la infraestructura ferroviaria en un proyecto que ha sido emblema del actual sexenio. La investigación deberá esclarecer si se trató de una falla técnica en el material rodante, un error de maniobra o un problema estructural en la vía. Mientras tanto, lo que permanece es la sensación de que el Tren Maya, símbolo de modernidad y desarrollo, todavía enfrenta retos para consolidar la confianza plena de sus pasajeros.