Estados Unidos vivió una nueva jornada de luto y tensión política tras el asesinato de Charlie Kirk, activista conservador de 31 años y cofundador de Turning Point USA, quien fue baleado durante un evento universitario en Utah. El ataque ocurrió en plena presentación frente a cientos de jóvenes, lo que generó escenas de pánico y un inmediato operativo de seguridad.
De acuerdo con las primeras investigaciones, los disparos provinieron de un edificio cercano al auditorio de la Universidad del Valle de Utah, mientras Kirk participaba en una mesa de discusión sobre política nacional. Aunque las autoridades detuvieron de manera preliminar a una persona como “sospechoso de interés”, fue liberada después de la interrogación y el responsable sigue prófugo.
El asesinato ha sido calificado por el gobernador Spencer Cox como un “crimen político”, lo que ha intensificado el debate sobre la violencia armada y la creciente polarización en la sociedad estadounidense. El FBI y otras agencias federales ya colaboran en las indagatorias para dar con el paradero del autor material.
La muerte de Kirk ha provocado un alud de reacciones. Figuras republicanas lo describieron como un “mártir de la libertad”, mientras líderes demócratas expresaron sus condolencias y llamaron a frenar la escalada de odio. Entre tanto, la comunidad universitaria de Utah quedó marcada por un ataque que no solo segó la vida de un polémico líder, sino que también expuso la vulnerabilidad de los espacios académicos frente a la violencia política.