Smart Fit no es simplemente un actor más en la industria del fitness en México; es actualmente el principal catalizador de su nueva manera de acceder en proporciones económicas posibles.
Su llegada al país en 2011 marcó un punto de inflexión al introducir un modelo de negocio que ha redefinido las expectativas y la accesibilidad para millones de mexicanos: «alto valor, bajo precio».
Este liderazgo se evidencia en sus cifras de crecimiento exponencial, su base de más de un millón de usuarios en México adscritos a las más de 395 unidades activas en todo el país, sugiere que su impacto no se limita a competir con otras cadenas, sino a expandir el mercado al atraer a un segmento de la población que antes no consideraba el gimnasio como una opción viable.
La empresa ha optado por una estrategia de saturación en áreas de alta densidad poblacional, lo que le permite alcanzar prácticas económicas de escala y una eficiencia operativa por gimnasio (unidad).
La prueba más contundente del impacto de Smart Fit es su base de clientes en México. Pues el registro de usuarios en el país, sugiere que una de cada 100 personas en la región forma parte de su comunidad y se ha reportado que Smart Fit acapara alrededor del 22% de todas las membresías de gimnasios en México.
Este porcentaje no solo subraya su posición dominante, sino que también revela la naturaleza de su influencia. Este crecimiento masivo demuestra que Smart Fit no está simplemente capturando la cuota de mercado de competidores de nicho, sino que está atrayendo a un segmento de la población que, por consideraciones de costo, previamente no había tenido acceso a instalaciones de acondicionamiento físico.
Al ofrecer precios accesibles, ha logrado masificar un servicio que históricamente se percibía como un lujo al expandir el mercado en lugar de simplemente redistribuir a los clientes existentes.
Smart Fit de México opera como una filial de la matriz brasileña, Smartfit Escola de Ginástica e Dança S.A., que cotiza en la bolsa de valores de Brasil. Esta estructura corporativa ha sido fundamental para su expansión.
Al ser una empresa que opera en múltiples países, la compañía tiene la capacidad de financiar su crecimiento a través de la emisión de deuda a nivel internacional. Esto le proporciona una base de capital sólida y flexible para continuar con su agresiva estrategia de aperturas, lo que le permite sortear los desafíos financieros de la expansión y mantener su posición como líder de la industria a nivel regional.
El modelo de negocio de Smart Fit, si bien ha potenciado el acceso al fitness, presenta tensiones inherentes en su relación con el factor humano. La percepción de la empresa como empleador revela, material y testimonialmente, una de las principales formas en que la compañía optimiza costos para mantener sus precios bajos.
Estos niveles salariales, que se perciben como bajos, en comparación con el mercado de servicios profesionales, son una consecuencia directa de la estrategia de precios. Para poder ofrecer una membresía desde aproximadamente 400 pesos mensuales, la empresa debe mantener sus costos operativos, y la mano de obra es uno de los componentes más significativos.
Por otro lado, la masificación del servicio a bajo costo ha impactado en el manejo de una gran cantidad de datos personales y datos personales sensibles de los usuarios (huellas dactilares, estado de salud, etc.), en donde la firma de conformidad del aviso de privacidad de quienes contratan el servicio, resulta no dar certidumbre al tratamiento que habrá de darse al resto de datos personales de cada usuario para evitar sucesos como el ocurrido en Panamá, en donde la Defensoría del Pueblo de ese país, expresó su rechazo a la instalación de cámaras en los baños de los gimnasios, calificando esta acción como una vulneración de derechos humanos, específicamente a la intimidad y privacidad de todos sus usuarios.
Este caso subraya la vulnerabilidad que una empresa de la magnitud de Smart Fit enfrenta en materia de protección de datos. Aunque si bien no se han reportado incidentes similares en México (al menos no de manera oficial), el precedente en otro país demuestra la importancia de la confianza del cliente, donde la protección de la privacidad es una preocupación creciente para los consumidores.
La relación de Smart Fit con sus clientes ha sido históricamente un punto interesante, especialmente durante los cierres de unidades por motivo de la pandemia de COVID-19. En 2021, la empresa fue objeto de quejas en redes sociales por realizar cobros de cuotas de mantenimiento y mensualidades a pesar de que las sucursales estaban cerradas o las cuentas habían sido congeladas. La compañía defendió estas acciones, argumentando que el cobro por concepto de «anualidad» correspondía a la cuota de mantenimiento de las sucursales y que la responsabilidad de congelar las cuentas mensualmente recaía en el usuario.
Si bien este incidente expuso una vulnerabilidad en su comunicación contractual y en la gestión de crisis, es notable que los reportes de quejas más recientes en la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO), que si bien no se refieren directamente a Smart Fit, sino a otras cadenas como Energy Fitness con más de 700 quejas ante dicha Procuraduría, colocan en el centro de reclamaciones en este tipo de servicios: el cierre repentino de sucursales, venta de anualidades a pesar del cierre de unidades, falta de reembolsos y soluciones.
La competencia de Smart Fit se encuentra en el segmento de bajo costo, con cadenas como Planet Fitness. Sus verdaderos competidores no son las cadenas premium como Sports World, Sport City o UFC Gym, que se dirigen a un segmento de mercado distinto y ofrecen servicios alternativos a precios significativamente más altos.
Sin embargo, su estrategia de expansión agresiva le ha permitido ser la opción más conveniente para la mayoría de la población. La gran oportunidad de crecimiento de Smart Fit no radica en arrebatar clientes a la competencia, sino en capturar a los millones de nuevos usuarios que se incorporarán al mercado en los próximos años.
Su modelo de negocio de bajo costo y alta conveniencia lo posiciona de manera ideal para capitalizar esta tendencia de masificación del servicio del fitness, bajo la dualidad de dos perspectivas: 1) por un lado, ha hecho el bienestar físico más accesible para millones de personas, fomentando una cultura de salud y comunidad; y 2) por otro lado, los desafíos inherentes a un modelo de negocio que prioriza el volumen sobre el servicio personalizado, como las tensiones laborales y los riesgos en la gestión de datos personales y la relación con el consumidor, son el reflejo de las complejidades que enfrenta una empresa de esta naturaleza a su escala.
El éxito futuro de la empresa no solo dependerá de su capacidad para expandir su número de unidades, sino también de su habilidad para gestionar estos desafíos mientras mantiene la confianza de sus millones de usuarios en un mercado en constante evolución.
Diánoia: «Physical», canción de Olivia Newton-John, lanzada en 1981, es un clásico de la música pop de la década de los 80’s que se ha convertido en un referente de la expresión del consumo del fitness. Inicialmente, la canción se creó pensando en Tina Turner. Sin embargo, Tina la rechazó porque la consideró «demasiado sexual» para su estilo, sin conocer que, en la posteridad sería un hito para más de una industria con una permanencia de 10 semanas en el Billboard (E.U.A), acreedora a Grammy por video del año y ventas de 2.9 millones de copias a nivel mundial.