El rock mexicano perdió este jueves a una voz intensa y apasionada: Xava Drago, líder y vocalista de la banda Coda, falleció a los 56 años en la Ciudad de México, tras una larga batalla contra el cáncer de estómago. La noticia estremeció a la escena musical, pero también confirmó lo que muchos de sus seguidores ya intuían: Drago nunca dejó de cantar ni en sus horas más difíciles.
El intérprete había compartido hace apenas unas semanas un mensaje contundente: “ya no hay nada que los médicos puedan hacer por mí”. Esa honestidad y frontalidad, que lo caracterizaron arriba y abajo del escenario, se convirtieron en su última declaración pública. En ella no hubo lugar para la autocompasión, sino para el agradecimiento a la vida y a quienes lo acompañaron en su camino.
El vacío que deja en Coda es profundo. Sus compañeros lo despidieron como un guerrero que jamás bajó la guardia, alguien que entendía el rock no solo como un género musical, sino como una manera de habitar el mundo: intensa, vibrante, honesta. Para miles de fanáticos, canciones como Aún o Eternamente se han convertido en himnos personales, y en estas horas de duelo resuenan con un eco distinto, más íntimo.
La familia anunció que el próximo 25 de septiembre se llevará a cabo un homenaje en La Maraka, en la capital del país, bajo el título “Eternamente Xava”. Ahí se reunirán músicos, colegas y seguidores para recordarlo no con silencio, sino con guitarras y voces elevadas. Porque si algo dejó claro Xava Drago hasta el final, es que el rock es una celebración de la vida, incluso cuando se enfrenta a la muerte.